CONFERENCIA HAITIANA DE RELIGIOSOS/SAS
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Mensaje de la CHR
con ocasión de la Jornada de Compasión y Solidaridad
con las Comunidades Religiosas
y las personas víctimas de la inseguridad
9 de Marzo de 2015
En este tiempo de cuaresma, nos sentimos llamados como personas consagradas de Haití a hacer una mirada, desde la fe, sobre las pruebas de injusticia y de persecución que están viviendo nuestras Comunidades y el pueblo haitiano en general. En estos últimos días, hemos sido víctimas, de modo sistemático, de robos de nuestras residencias, de insultos, humillaciones y amenazas por parte de individuos armados; al mismo tiempo, el clima de miedo y de inseguridad aumenta más y más por todo el país. Queremos unir estos momentos difíciles a los sufrimientos de Jesucristo crucificado; El sólo puede regalarnos el don del perdón, de la penitencia, del compartir, de la justicia y de la paz.
Perdón: al denunciar estos actos de crueldad, que son muestra de una falta de respeto a los valores religiosos y de un desprecio grave del sentido de lo sagrado, encontramos en Jesucristo la gracia y el valor de perdonar a sus responsables, con las mismas palabras de Jesús: "Padre perdónalos, porque no saben lo que hacen" (Lc 23,34). De hecho, ellos no entienden que, al atacarnos, se perjudican ellos mismos, porque nosotros hemos sido consagrados para ellos, como signo y testimonio del Reino de Dios, porque nos dedicamos a ayudarlos, según nuestras posibilidades y con la gracia de Dios, y a hacerles asequible el Reino. No entienden que vivimos en medio de ellos y que somos sus hermanas y hermanos. No entienden que en este momento histórico y lamentable de nuestra situación socio-económica, todos juntos debemos proteger lo esencial de lo que nos queda aún, como nuestra dignidad de pueblo y de nuestros valores humanos; juntos debemos incentivar y apoyar las estructuras de solidaridad para que la vida germine en medio de tantos sufrimientos.
Penitencia: ofrecemos al Señor como penitencia por nuestros pecados y los del mundo, los sufrimientos vividos durante estos actos de robos sistemáticos de nuestras casas y residencias, por todo el país. Le ofrecemos esta persecución violenta que se levanta contra nosotros y nos hierre el corazón. No se trata de la primera vez, pero en estos últimos tiempos, esta situación toma la forma de un fenómeno hábilmente orquestado y es claro que somos el blanco al que apuntan los ladrones. Eso nos duele mucho más al constatar que ni siquiera las congregaciones femeninas ni las Congregaciones extranjeras fueron perdonadas. "Recibimos los golpes, estos nos duelen. No podemos más. Es demasiado: basta". Por eso, unidos a la agonía de Cristo, maltratado y crucificado, dirigimos al Padre nuestros "¿porqué?", y le decimos: "Padre mío, si no es posible evitar que yo beba este cáliz de amargura, hágase tu voluntad" (cf Mt 26, 42). Señor, al consagrarte nuestra vida, sabíamos que no habíamos escogido una vida fácil, sino el camino más difícil, el de la puerta estrecha. Estamos listos para hacer tu voluntad y te ofrecemos nuestros sufrimientos en sacrifico, durante el tiempo de cuaresma.
A continuación, una lista de las comunidades víctimas de robos desde noviembre de 2014 hasta hoy:
- El Instituto Monfortino para niños sordos de la Hijas de la Sabiduría (Croix-des-Bouquets, 4 veces hurtado en 2014)
- Las Hermanitas de Santa Teresa (Boucan Carré, 16 de noviembre de 2014, Marfranc el 18 diciembre de 2014; Vieux-Bourg d'Aquin el 20 de enero de 2015 y l 4 de febrero a Mirebalais)
- La Hijas de María Reina Inmaculada ( Saut d'Eau, 3 de diciembre de 2014)
- Las Hermanas de la Caridad de San Luis (Petite Rivière de l'Artibonite, 8 de diciembre de 2014)
- Las Hermanas Misioneras de Cristo Rey (l'Estère, en la noche del 11 al 12 de diciembre 2014)
- Los Misioneros de la Inmaculada Concepción (Dubuisson, 27 de diciembre de 2014)
- Las Hijas de María (Croix-des-Bouquets, en la noche del 16 al 17 y del 21 al 22 de enero de 2015)
- Los Padres Jesuitas (Delmas, 18 de enero de 2015)
- Las Hermanitas de la Encarnación (Pandiassou, en la noche del 19 al 20 de enero 2015)
- Las Hermanas de San Francisco de Asis (Maniche, 30 de enero de 2015)
- Las Hermanas de San José de Saint Valliers (Saint Raphaël, 26 y 29 de enero de 2015)
- Las Auxiliares Franciscanas (Latremblay (Croix-des-Bouquets, 6 de febrero de 2015)
- Las Hermanas de la Sabiduria (Kenscoff, 9 de febrero de 2015) 14. Las Servidoras de los Enfermos (Marin, 21 de febrero de 2015)
- Las Hermanitas de la Encarnación (Pandiassou, 22 febrero de 2015)
- Las Hermanas de la Santa Unión (Saint Michel de l'Attalaye, 23 de febrero 2015)
- La oficina de la Renovación Carismática (Tabarre en la noche del 27 al 28 de febrero de 2015)
- Las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl (Sibert, 4 de marzo de 2015)
- Las Hijas de María (Verrettes, 5 de marzo de 2015)
- Los Benedictinos y los Hermanos de las Escuelas Cristianas (atacados en plena calle).
Generalmente, se trata del mismo escenario de los robos, que se reproduce: hombres armados de pistolas, picas y bastones; hombres que intimidan, insultan, embrutecen, abofeteaban a los habitantes de la casa y se llevan todas las pertenencias que encuentran, como dinero y objetos de valor.
Compartir: estos ataques en repetidas ocasiones, nos permiten vivir de manera más concreta y rápida la solidaridad con la situación de miseria y de sufrimiento del pueblo haitiano: oprimido, maltratado y defraudado. Queremos mostrar a la sociedad haitiana que aceptamos esta cruz y que asumimos este sacrificio, con dolor pero en la esperanza de que Dios nos librará, y que El salvará a nuestro pueblo de la opresión económica, política y social. Renovamos nuestro compromiso de acompañar al pueblo, de compartir su vida y de ayudarlo a tomar las riendas de su destino, como protagonista de su desarrollo integral. Esta solidaridad nos hace aún más fuertes que nunca.
Es cierto que estamos perplejos ante esta situación, tenemos miedo, no sabemos qué pensar. Sin embargo, no podemos dejarnos intimidar hasta el punto de dudar de la continuidad de nuestro testimonio de la caridad en la verdad, de la justicia en la alegría y en la paz. Como dice San Pablo: "nos acosan por todas partes, pero no estamos aplastados; nos encontramos en apuros, pero no desesperados; somos perseguidos, pero no estamos abandonados; nos derriban, pero no nos aniquilan" (2 Cor 4, 8-9). Por eso, frente a esta situación de inseguridad y de terror, nadie tiene el derecho de huir de sus responsabilidades, debemos y queremos seguir con nuestro compromiso al lado del pueblo de Dios, como profetas de la esperanza, del amor, de la justicia y de la paz.
Justicia y paz: refiriéndonos a nuestro amor incondicional con todos y nuestra solidaridad con el pueblo haitiano, queremos interpelar a la conciencia ciudadana de los actores, tanto intelectuales como materiales, de estos hechos lamentables, para que recapaciten y dejen atrás sus intenciones y sus hechos malvados. Nada, ni siquiera la miseria ni la intolerancia, puede justificar estos actos atroces que deshumanizan a sus mismos autores. Interpelamos también a la conciencia del Estado para que asuma en serio sus responsabilidades ante esta situación, haciendo un trabajo tanto de prevención como de represión de la violencia y del vandalismo que asechan al país. El Estado no tiene el derecho de dejar a nuestra sociedad irse a la deriva de esta manera. El perdón no significa complicidad con el crimen ni renuncia a la reparación a las víctimas: por eso, clamamos a las autoridades judiciales del país que hagan seguimiento a nuestras exigencias de justicia, por medio de una investigación objetiva que permita encontrar a los culpables, para que respondan por sus actos y se arrepientan.
"Algo tiene que cambiar aquí. Los pobres de todo tipo deben volver a esperar", dijo el Papa Juan Pablo II durante su visita a Haití el 9 de marzo de 1983. Nos encontramos también hoy ante esta misma exigencia de cambio. Justicia y paz, es lo que esperamos, es lo que pedimos para nuestras comunidades, que desde tantos años se consagran generosamente al servicio de la juventud sedienta del saber, de nuestros enfermos, frecuentemente abandonados, de los campesinos que no cuentan con ningún otro recurso fuera del de nuestras hermanas, nuestros hermanos y nuestros sacerdotes. Justicia y paz para los pobres y los más abandonados del país. Esforcémonos todos, con la ayuda del Señor, por construir una sociedad basad en la justicia que lleve a la paz. "La paz es el fruto de la justicia", nos dice el profeta Isaías (cf Is 32,17).
Como nos lo recuerda el Santo Padre Francisco, en su mensaje de Cuaresma del 2015, debemos combatir la cultura de la indiferencia con la solidaridad: "si un solo miembro sufre, todos los miembros compartan su sufrimientos" (1Co 12, 26); es este el testimonio el que fuerza a la Iglesia en circunstancias como las que estamos viviendo. Debemos ver en toda persona humana a la hermana y al hermano por los que Cristo murió y resucitó. "¿Dónde está tu hermano?" (Gn 4, 9), he aquí la pregunta que el Papa lanza a las parroquias y a las comunidades. Para vivir en esta tierra como miembro de una misma familia, de un mismo cuerpo, él da este consejo a cada uno: "Tengan paciencia¼no abandonéis la fuerza de la oración" (St 5,8).
Oración: imploramos al Señor que acepte este sacrificio del perdón que ofrecemos a nuestros verdugos para que obtengan la gracia de la conversión y se alejen del espíritu del mal: "líbranos de todo mal, Señor", como Jesús nos enseñó. Suplicamos al Maestro de la vida, que vino "para que todos los hombres y todas las mujeres tengan vida en abundancia" (Jn 10,10), que siga bendiciendo y confortando a todas las personas consagradas, particularmente a las Comunidades Religiosas víctimas, y a todas las familias o personas afectadas por la inseguridad en Haití. Invocamos el Espíritu del Señor sobre todas y todos, sin diferencia alguna; que El inspire en cada uno sus responsabilidades con miras a la llegada del Reino de amor, de fraternidad, de tolerancia, de justicia, de paz y de seguridad, en nuestro querido Haití. De esta manera, nuestro pueblo podrá vivir la experiencia pascual de un cielo nuevo y de una tierra nueva. Señor, ayúdanos a incentivar una solidaridad sincera entre todos los que creemos en tu nombre, en todas las religiones de nuestro pueblo y, así, a construir instituciones de justicia que sean dignas de confianza y creíbles por su competencia.
¡Que la Virgen María, Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, interceda por nosotros! Amén.
Junta Directiva de la CHR