Paris, 1 de Noviembre del 2012
Muy queridas/os Hermanas/os de la Conferencia Ecuatoriana de Religiosas/os:
Esta solemnidad de Todos los Santos –que sabe a propuesta siempre nueva, a promesa cumplida y universalidad - me ha parecido significativa para compartirles mi transición y “darle palabra” a la relectura de los últimos días vivido en Ecuador en medio de ustedes. Ya estoy en mi nuevo lugar de amor y misión para mis próximos 6 años, ¡desde hace 11 días! Les confieso que se han hecho MUY LARGOS, a pesar – o precisamente por ello- del intenso trabajo con la Comunidad General.
“Vamos a la otra orilla”. Esa fue la invitación que recibí el 24 de julio –día en que mi Capítulo General me pidió este servicio de animación como Consejera- y que he acogido como una segunda llamada para mí. Y en la travesía hacia esa “otra orilla” he reconocido todo el don que el Señor me ha entregado durante estos años de animación de mi Provincia y de la Conferencia de Religiosas/os del Ecuador. La gratitud es lo que me habita, y he podido hacer una bella relectura de la vida de la Provincia a partir de la transmisión de la experiencia del Capítulo General (23-26 agosto), mi retiro anual en un Monasterio trapense, la profesión perpetua de dos de mis hermanas, Alexandra y Margoth y la visita a la Comunidad de Santiago, que hicimos el consejo provincial en pleno (4-14 de Octubre).
No tengo suficientes palabras para agradecer el cariño y las expresiones de gratitud de tantos de ustedes, a través de sus cartas, llamadas, despedidas, oraciones y eucaristías compartidas. La verdad me he sentido muy pequeña, con la sensación de ser una “sierva inútil” que hizo lo que pudo, eso sí con mucho amor. Nunca pensé –hace 4 años- que al aceptar la presidencia de la CER se abrirían para mí tantas puertas de aprendizaje y creatividad. Tantos rostros y vivencias ricas. Ha sido una oportunidad inmejorable para crecer…y –quién lo hubiera dicho- para entrenar mis ganas y mi corazón para esta nueva misión, más universal, que requiere apertura y gusto por la internacionalidad.
Gracias por lo que he crecido con ustedes y por ustedes. Lo INTER se ha vuelto ya parte de mí, una forma de ser y de vivirme, enraizada en mi identidad como Religiosa de la Asunción latinoamericana. Gracias también por la ayuda incondicional, oportuna y generosa, que todos/as ustedes han brindado y siguen brindando a la VR ecuatoriana. A las hermanas/os de las diferentes comisiones, de la Secretaría (de ambos períodos), de las dos Juntas Directivas. A la CLAR, en los hermanos y hermanas de las dos presidencias. No quisiera nombrarlos por temor a no abarcarlos a todos. Pero que cada uno se sienta parte de esta corriente de vida que ha construido la CER en estos años, a la que agradezco profundamente y a la que le debemos mucho. Damos y recibimos en abundancia. Esa es una constatación y una certeza para mí.
Muchas han sido las reuniones y gestiones para hacer una transmisión de lo que tenía en mano, sobre todo el último mes. Y para preparar el futuro inmediato, tanto de la provincia como de la coordinación en la Conferencia. La Hermana Elina Guarderas, aci, ha asumido con generosidad y convicción la tarea de la Presidencia y también se lo agradecemos. Me he sentido invitada a confiar que el Señor se encarga de nuestros afanes y que Él sólo da el crecimiento. Todos y todas somos mediaciones de su obra.
Una inmersión de 15 días en Haití con la comunidad intercongregacional, sus búsquedas y esperanzas, me han dejado “sembrada” de los sueños de la VR ecuatoriana. Así he venido, con un “exceso de equipaje” de bendiciones y parabienes de mis hermanas, de hermanas/os de otras congregaciones, de la gente en general. Y con ganas de que esa vida recibida sea también bendición para mi Congregación en mi “nueva orilla”.
Termino esta cartita en esta fiesta de FAMILIA (el Prefacio de hoy habla de “los Santos, nuestros hermanos”). Santos de nuestra raza, hombres y mujeres innumerables que han seguido el mismo camino que nosotros, una inmensa familia que sobrepasa coordenadas históricas y geográficas, lo que llena nuestro corazón de gozosa esperanza. Celebramos a Cristo, el triunfo de que su proyecto de vida haya sido acogido y vivido humildemente por tantos. El triunfo anónimo, silencioso y amante de sus seguidores.
Que en este AÑO de la FE recién estrenado, podamos -como estos hermanos que nos preceden y acompañan- creernos y vivirnos como hijas/os amadas/os y hermanas/os (1Jn. 3, 1-3), consentir -con todas las fuerzas de nuestro amor- a hacer este arduo recorrido de la fidelidad en la fe, que es la santidad. Esa de las opciones pequeñas, humildes y cotidianas que permiten la lenta y oscura germinación del Reino en cada una/o de nosotras/os y en los demás.
Sigamos trabajando, ustedes allá y yo desde aquí, por esa santidad posible para y en medio de nuestras Congregaciones.
Con mi cariño fraterno,
Hna. María Eugenia Ramírez, (Mayi)
Religiosa de la Asunción