Experiencia en Haití de la Hna. Rosa Lenis Gutiérrez, HHA
Un saludo de resurrección a todos después de una experiencia de Dios desde la tragedia y la impotencia humana.
Como saben, iba a participar en la Asamblea de la región Caribe acompañando a las/os religiosas/os de esta tierra alegre, que despierta en la tristeza pero proclama la esperanza del encuentro y la transfiguración. Por problemas de visa no pude viajar el lunes como estaba previsto y tuve que hacerlo el martes, el mismo día de la catástrofe. Cuando entrábamos a Puerto Príncipe acababa de pasar el hecho, pero nadie decía nada y las comunicaciones se cayeron. Así que llegamos al terminal sin saber la magnitud del problema, pues encima de todo era de noche y no había energía.
Después de dos horas de espera nos recogió una familia, pero para llegar a la casa fue una odisea: las calles cerrada con la gente acosta en el medio, nadie tenía casa y las pocas que quedaban estaban agrietadas y la gente tenía temor de entrar. Me tocó pasar dos noches durmiendo debajo de una mata, junto a una familia que perdió su casa y a cinco de sus miembros, pero fue una experiencia grande. Luego salí con una pareja para saber del paradero de los que estaban en la Asamblea pero nadie sabía nada y buscábamos casas de religiosas/os que nos orientaran, pero cuando llegábamos éstas estaban en el suelo. Eso es muy duro.
Al final fuimos a una comunidad de las Hermanas de Calcuta, a las no les había pasado nada; estaban recibiendo heridos. Allí me quedé ayudando un poco, con la limitación del idioma; pero gracias a Dios, había una dominicana que había ido a hacer ejercicios espirituales y se supone lo que tuvieron que hacer. Me encontré con las Hermanas de María, 7 de ellas heridas; perdieron su casa y tienen varias que no han podido rescatar. También constaté que los redentoristas perdieron el seminario y tenían seminaristas heridos.
En esta situación, mis hermanas y mi familia vivieron momentos de angustia porque no sabían nada de mí. Pero ayer al medio día pude regresar. Aquí estamos dando auxilio y haciendo contactos para ver de qué manera se les puede socorrer lo más pronto posible; ya han sido traídas religiosas para los hospitales. Es posible que en nuestra casa se queden aquellas que necesiten un cuidado especial. Pedimos mucha oración y fuerza para apoyar a este pueblo, y que todos ofrezcamos de lo mucho o poco que tengamos. Un abrazo y unidos en oración.
Hna. Rosa Lenis Gutiérrez, HHA